domingo, 25 de noviembre de 2012

Generación Dead

Algo ha cambiado, la muerte ya no es como pensábamos. Todos los problemas comienzan cuando Dallas, un muchacho adolescente vuelve a la vida después de morir. A partir de ese momento un reducido grupo de adolescente vuelven a la vida después de morir. Son un grupo marginado, temido y sin derechos. Los padres de algunos los abandonan a su suerte y otros intentan ayudarlos. Uno de los institutos que más ayudas da a estos chicos y chicas es el instituto Oakvale. Allí estudian Phoebe y Margie, dos chicas de estética gótica desde antes de la aparición de los chicos con discapacidad vital (así los llaman).
En un principio eran tres, pero la tercera, Colette, murió y volvió como una chica con discapacidad vital. Ha pasado un tiempo desde entonces y no se han atrevido a hablar con ella. Intentan llevar una vida normal, pero poco a poco se van dando cuenta de la importancia que tiene la aparición de estos chicos. Hay uno de ellos, Tommy Williams, que decide entrar en el equipo de fútbol americano. En ese momento, Phoebe, fascinada por la valentía que este muestra, se decide a hablar con él. Los problemas comienzan allí, cuando la gente se entera de que nuestra protagonista simpatiza con los discapacitados vitales. La convivencia entre los discapacitados vitales y los vivos es complicada y lenta hasta que aparece Angela Hunter, que tiene una fundación para ayudar a estas personas. Uno de sus primeros pasos es crear un espacio donde puedan convivir los discapacitados vitales, a quienes ella aconseja llamar con Diferente Factor Biótico. Este espacio está dando resultados y se comienzan a crear relaciones de amistad entre ellos.
Las cosas se complican cuando, Pete, un jugador del equipo de fútbol, decide que no puede soportar la existencia de estos chicos y chicas con diferente factor biótico. Los que están participando en la fundación Hunter se dan cuenta de esto cuando aparece muerto, por segunda vez, uno de los chicos con diferente factor biótico. A pesar de eso intentan tirar adelante y continúan favoreciendo la igualdad entre las personas de diferente o normal factor biótico.
Una noche, estando en una fiesta con los zombies, a Pete le entra por matar a Phoebe. Esta se encuentra en una situación desesperada, cuando Adam, su mejor amigo, se pone en medio e intercepta la bala.
Daniel Waters nos presenta una novela bastante diferente a las que he leído hasta ahora. Es una novela muy luminosa, a diferencia de otras novelas que hablan de fenómenos paranormales, como pueden ser Buscaré el Océano o Oscuridad, pero a pesar de eso, te deja fascinado y con ganas de más. Los personajes son entrañables y muy completos en general. Nos presenta otro tipo de racismo, que aunque no lo parezca, no es muy distinto del que encontramos en nuestro día a día. Nos muestra una batalla que los chicos y chicas con diferente factor biótico no pueden librar por sí solos: la de ser reconocidos como personas vivas y, por tanto, tener los mismos derechos que una persona de factor biótico común.
En cierto modo, esta novela estaría entre una novela negra y una distopia (del estilo de los Juegos del Hambre). Quiero decir que hace una crítica a la sociedad y a la moral humana, pero que al mismo tiempo no nos muestra todo el tiempo sufrimiento y confusión, sino que nos muestra también la alegría y los buenos momentos que viven los personajes.
Bueno, en fin, creo que es una novela que vale la pena leer, y se lo agradezco un montón a esa estrella..., que me lo regaló por mi cumpleaños.
Como siempre, aquí os dejo las portadas y, por cierto, la segunda y tercera parte ya han salido.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

Animales Salvajes

Animales Salvajes

Aquí os dejo un pequeño texto. A mí me parece una paranoia, pero me gusta mucho. A ver qué os parece!

Animales Salvajes

Estaba sentada en el escritorio, con la cabeza apoyada en las manos y con los ojos cerrados. Llevaba así más de media hora, y mientras la miraba me preguntaba porqué no se había ido a dormir a la cama, ya que delante suyo no había nada más que un ordenador apagado. Lo cierto es que no quería despertarla, pero era evidente que no debería quedarme más tiempo mirando embobada como le se iba enrojeciendo la mejilla y como, poco a poco, su cabeza iba resbalando. Finalmente me decidí a despertarla, pero antes de que llegara a tocarla, se le cayó la cabeza y despertó, desorientada. Me vio a su lado y comprendí que pensaba que había sido yo.
Era una chica muy extraña, debo admitirlo. La conozco desde siempre, hemos estado juntas desde el principio de todo. Sí, somos gemelas. Pero no por eso dejo de sorprenderme cada día con lo rara que es. A veces me gustaría zambullirme en el interior de su cabeza y observar que es lo que ocurre allí adentro. Levanto la vista y la miro a los ojos. Son marrones, como los míos, de hecho, son una copia calcada de los míos. Me está mirando fijamente, como si el bicho raro fuera yo. Le devuelvo la mirada con toda la intensidad que soy capaz, pero como de costumbre me gana a ese juego. Solo que esta vez es diferente. Esta vez su mirada tiene un matiz distinto, como de odio, de ira. Me asusta.
Nunca me había pasado. Si bien me ha parecido siempre una chica excéntrica, nunca me había dado miedo. Siempre ha tenido una mirada muy intensa, siempre me ha mirado inquisitivamente, como si yo tuviera algún secreto que no le haya contado, que lo había. Pero esta vez me estaba mirando como si yo tuviera la culpa de todo lo que ha pasado en este mundo, como si mereciera el desprecio de todo lo que pudiera estar vivo. Como si yo fuera un monstruo de lo que habría que deshacerse. Me asusto y aparto la mirada, un signo de evidente debilidad que, sin duda alguna, si se le había ido definitivamente la olla, ella usaría en mi contra.
Intento volver a mirarla, pero me doy cuenta de que me he quedado paralizada hasta el punto de que no soy capaz ni siquiera de parpadear. Me pican los ojos y me duele la espalda por la forzada posición en que me he quedado. Comienzo a temer de veras que está pasando algo raro, algo que sobrepasa mi capacidad de comprensión, algo que debo temer, y mucho. Se me encoje el corazón cuando ella se levanta y me mira directamente a los ojos desde arriba, ya que yo aún estoy inclinada. Sé que se me nota el miedo en los ojos, lo noto, y sé que ella lo ha notado.
Algo aflora en mi interior, algo que me transmite paz, tranquilidad y serenidad. Lo acepto con los brazos abiertos. Tengo la sensación de que es algo que me va a ayudar a que mi hermana no me mate en pleno estado de locura. Lo sé. Me noto mucho más segura ahora. Pero, al mismo tiempo noto que lo que sea que se haya apoderado de ella, es muchísimo más poderoso de lo que yo hubiera llegado a imaginar. El miedo se vuelve a apoderar de mí. Me siento como si estuviera mirando a la cara a un animal salvaje dispuesto a arrancarme la cabeza de cuajo a la primera oportunidad. Miro a la copia exacta de mí, la que tengo delante como si se tratara de un espejo y me da un escalofrío. Algo se ha desatado dentro de ella, pero a diferencia del poder que yo soy capaz de sentir, el suyo es maligno, frío y peligroso.
Se me ponen los pelos de punta. Sé que debo actuar, pero al mismo tiempo tengo miedo de que esa fiera me ataque si me muevo. Tomo la decisión precipitadamente, y apenas tengo tiempo de ver otra vez sus penetrantes ojos antes de que los míos se cierren.
Ya no estoy. Estoy en otro lugar, no sé como he llegado ni como volver a donde estaba. Es como si estuviera demasiado sola. Tengo miedo, mucho más que antes, tengo miedo de lo que pueda pasar. Y al mismo tiempo tengo miedo de que no pase nada. Entonces algo cambia y vuelvo a desvanecerme.
Me despierto de golpe. Me he quedado dormida encima de mi escritorio. Me giro y veo a mi hermana, a mi lado, como si estuviera a punto de despertarme. Es muy sencilla, la pobre. La miro, preguntándome que piensa hacer ahora, y entonces, una fuerza mucho mayor se apodera de mí. Me entran unas ganas tremendas de arrancarle la cabeza de cuajo, como un animal salvaje y enfurecido. Pero no me decido a hacer nada. Sé que tiene miedo. Yo he pasado por lo mismo. Pero ella no lo sabe. Sé que si se mueve me precipitaré encima de ella. Y sé que se moverá.
Andrea Dana Klein

martes, 6 de noviembre de 2012

Buscaré el oceano

El mundo que nosotros conocemos ha cambiado, ya no queda nada de él. Durante milenios las religiones han estado dando vueltas sobre lo qué hay después de la muerte, ahora no se preguntan el qué, si no porqué. Estamos hablando de un mundo donde una extraña enfermedad, que se propaga mediante el mordisco, lleva a sus víctimas hasta la muerte, pero  no permite que su sufrimiento termina allí, y los Infectados vuelven a la vida como Condenados.
Después de varias generaciones, todas marcadas por el miedo a los Condenados, encontramos un pequeño pueblo, perdido en medio del bosque de garras y dientes, rodeado por completo por una alambrada que evita la entrada de los enfermos. Allí comienza la historia de Mary, quien ve con desesperación como su vida se va haciendo pedazos a partir del momento de la infección de su madre. Después de generaciones, las hermanas son las que controlan el pueblo, son las que enseñan en la escuela, las que reparten los beneficios de la tierra, las que inculcan las costumbres y las que, por encima de todo, tienen el conocimiento. No será hasta que Mary lleve un tiempo en la hermandad cuando comenzará a descubrir una serie de sucesos extraños.
A todas estas, mientras la vida de Mary se ve truncada por la muerte de su madre y el abandono del resto de su familia, su corazón se niega a aceptar estos cambios, de modo que su pequeño gran amor, Travis, se queda algo lejos de su alcance. El problema es que el amor no solo atenaza los corazones de Travis y Mary, si no que se ha adueñado también del hermano de este, Harry, y de su mejor amiga, Cass.
Carrie Ryan nos presenta una apasionante novela donde encajan a la perfección la acción, el misterio, la aventura y el amor. Los personajes son muy complejos, sobre todo en el caso de Mary, quien demuestra ser egoísta a pesar de todo; Cass, quien descubrirá un instinto maternal muy fuerte; Travis, quien demostrará una valentía propia del mayor de los héroes; Jed, el hermano de Mary, quien nos mostrará unos radicales cambios de opinión y, para mí el más enigmático de todos, la hermana Tabitha, de quien sencillamente no puedo decir nada.
Es una historia tremendamente sugerente, muy misteriosa y, por encima de todo adictiva. Ryan es capaz de mostrarnos, en apenas 360 páginas la vida de una muchacha muy distinta a la nuestra, un mundo regido por unas normas muy distintas, pero no por eso menos injustas y un aura de misterio general al rededor del bosque de uñas y dientes. Personalmente, creo que es un libro increíble, me dejó sin palabras, no solo el modo en que Ryan critica el mundo en el que vivimos y al que nos puede llevar (como bien hizo también Suzainne Collins), sino que critica la avaricia humana, nuestro propio egoísmo, de un modo que no he encontrado en los Juegos del Hambre.
Aquí os dejo las portadas: